Putin intentó, sin contar con el dinero ni la industria para ello, construir un ejército y una fuerza naval “para todos los propósitos”; sin percatarse de que esto lo llevaría a conservar en un mínimo totalmente insuficiente la preparación operacional y táctica de las unidades terrestres que todavía hoy siguen siendo las que determinan el curso de las guerras: infantería, artillería convencional y formaciones acorazadas.
