Stephen Hawking escribió una Breve historia del tiempo. Por su parte, Borges, una Historia de la eternidad, lo que vendría a significar que la eternidad también se acaba. Qué mejor ejemplo que la caída del mito de la eterna juventud enarbolado por el rock n’ roll, especialmente hoy que el siglo XXI se empeña en demostrarnos que en efecto el rock ha muerto. En todo caso, que los tiempos cambien no debería asombrarnos para nada.
En diciembre de 1970, John Lennon cantaba “God is a concept / by wich we measure our pain” [Dios es un concepto / mediante el cual medimos nuestro dolor], quizá uno de los versos más reveladores del rock y de la música popular en general. Era la obertura de un tema que se traía abajo los mitos de la cultura pop del siglo XX, incluido al propio Lennon, en una canción en la que afirmaba que él había sido “la morsa”, pero que ahora era “solamente John”; que había sido “un tejedor de sueños”, pero que “el sueño había acabado”. Apenas año y medio después de Woodstock y en el amanecer de una nueva década, la utopía progresista de los sesenta se desvanecía y uno de sus principales íconos era su portavoz.
Ocho meses antes, The Beatles había anunciado su separación oficial, pero la ruptura interna se había dado mucho antes. Después del 10 de abril de 1970, cada uno de los Cuatro Grandes tomó su propio camino. A John le restaría tan solo una década para recorrer el suyo.
Este 9 de octubre de 2020 se celebra el 80 aniversario del nacimiento de John Lennon. También, el próximo diciembre, a la vez que se conmemorará 40 años de su asesinato, se celebrará los 50 años del lanzamiento de su primer álbum como solista: John Lennon / Plastic Ono Band, o como él mismo llegó a llamarlo, su Sgt. Lennon, su trabajo más íntimo y personal, su obra autobiográfica y conceptual. La ética y la estética de John están contenidas en este disco.
Apenas mediaron poco más de tres años entre el Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band y este primer trabajo en solitario. De las multipistas, efectos, orquestaciones y elaborados arreglos de aquel al minimalismo del segundo hubo toda una historia y una transformación. Lennon había sido adicto a la heroína, la cual trató de exorcizar en su segundo sencillo, “Cold Turkey”; se había separado de Cynthia, su primera esposa; había roto con The Beatles, su gran proyecto entre la adolescencia y la vida adulta y había empezado su nueva vida junto a Yoko Ono. Apenas iba a cumplir 30 años.
En este periodo, empezó a asistir a la terapia del doctor Arthur Janov (la terapia primal o primal scream [el grito primitivo]), la cual se supone le permitió erradicar sus demonios y hacer las paces con su pasado familiar y consigo mismo (aunque ya sabemos a dónde llevan muchas veces estas “curas”). En todo caso, el resultado artístico fue un conjunto de 11 canciones, en las que se mostraba abierto y desnudo al mundo, en toda su miseria, sus ideas y su dolor.

John Lennon / Plastic Ono Band es el mejor álbum de Lennon, el mejor álbum de un beatle solista, el mejor álbum de 1970 y uno de los mejores álbumes de todos los tiempos. Grabado entre los estudios Ascot y Abbey Road, contó con la colaboración de Yoko Ono en la coproducción, labor que en parte también asumió Phil Spector, quien a su vez se encargó de las mezclas finales. De igual forma, contó con la participación de Ringo Starr (batería) y Klaus Voorman (bajo) en ocho temas. Pero básicamente fue un trabajo realmente de John, quien aparte de escribir, componer y arreglar todo el material, coprodujo, cantó, tocó las guitarras, el piano, el órgano y los efectos.
El disco arranca con los lúgubres tañidos de un campanario. Es la introducción de “Mother”, una marcha fúnebre. El desgarro no podía ser mayor. Lennon canta a la madre que nunca tuvo y que murió demasiado pronto, cuando apenas empezaban a sanar su relación; canta al padre ausente, advierte a la niñez sobre los peligros de la vida y finaliza con un grito de dolor con el que le implora a su madre que no se vaya y le ruega a su padre que regrese.
Seguidamente, con un poco más de calma, John pide algo de paciencia: estamos solos en el mundo y solo hay que aguantar. Así, “Hold On” es un diálogo con Yoko, que se expande en el siguiente, “I Found Out”, que bien podría pasar por una canción punk. Pero ¿qué fue lo que encontró John? Podemos asumir que se trata de su paz interior, aunque nunca lo diga. Lo que sí dice es que ha pasado por diferentes credos y que en el fondo todos son lo mismo, “desde Jesús hasta Paul”. Es su forma de renegar de la tradición y de su vínculo con su camarada de juventud. El desencanto se muestra abiertamente: “No one can harm you, / feel your own pain” [Nadie puede herirte, / sentí tu propio dolor]. El camino es lodoso y solitario, pero es propio y personal, esa es la moraleja.
El cuarto tema del disco es un himno proletario, “Working Class Hero”, el cual no deja de ser irónico, pues contrario a Paul, George y Ringo, que en efecto venían de familias proletarias, Lennon en realidad gozó de una vida de clase media. La canción repasa los problemas de las instituciones tradicionales: la familia, la educación y el estado, las cuales reprimen al sujeto, quien se ve así destinado a fracasar, tan solo para recibir entonces la carga de la culpa: “Keep you doped with religion and sex and TV, / and you think you’re so clever and classless and free, / but you’re still fucking peasants as far as I can see” [Los mantienen drogados con religión, sexo y televisión, / y ustedes creen que son muy vivos y desclasados y libres, / pero por lo que veo todavía son unos malditos campesinos”.
Esta canción habla sobre la soledad, al igual que lo hará “Isolation”, una metáfora sobre dos niños (John y Yoko), asustados por un mundo que no los comprende, un mundo que vive en la locura. El concepto de la soledad se convierte así en asunto central de este álbum: el sujeto se siente abandonado y alienado, víctima de la maquinaria capitalista, temática que continúa en “Remember”, corte que finaliza con una alusión al atentado de Guy Fawkes contra el parlameno, una alegoría de insurrección ante un orden opresor.
En medio de todo esto, Lennon nos entrega uno de sus momentos contemplativos más tiernos y honestos: la balada “Love”. John, acompañado por su guitarra, susurra la melodía: “El amor es verdadero […] el amor es libertad”. De fondo, Phil Spector toca un piano que empieza y termina en la más absoluta suavidad. Este efecto contrasta perfectamente con la siguiente canción: “Well, Well, Well”, otro tema irónico, si se quiere, ácido y potente en el que brillan las guitarras y los aullidos de John. Seguidamente, empuña de nuevo su guitarra acústica, en la balada “Look at Me”, otro momento introspectivo, en el que se pregunta: “Who am I suppossed to be?” [¿Quién se supone que soy?].
Como clímax del álbum, el tema “God”, con Billy Preston en el piano principal, la letanía que dice adiós a una época, al antiguo Lennon, ahora renacido. Se trata de un credo en toda su extensión y complejidad, uno que afirma haber dejado atrás todos los ídolos y en el que reafirma su individualidad y su compromiso con su pareja. “I just believe in me, / in Yoko and me” [Solo creo en mí, / en Yoko y en mí].
Como epílogo, con apenas una duración de 43 segundos, un sonsonete grabado en baja fidelidad, “My Mummy is Dead”, el retorno a la madre. El tema está basado en la rima infantil “Three Blind Mice”, motivo usado por John a lo largo de su carrera. Sus obsesiones brillan y adquieren vida. El jardín del Edén se ha cerrado para siempre. El círculo se completa.
Lennon ha creado así uno de los verdaderos testamentos biográficos del rock y de una era. Se ha expuesto en toda su vulnerabilidad y con ello ha empezado su redención. Si uno quisiera sostener el ideal de lo auténtico, tendría que recurrir a este testimonio, un testimonio que no pierde vigencia, porque atraviesa por esos estados de muchas personas en Occidente, lo cual permite esa identificación tan necesaria en el arte. Nuestro paso por el mundo, la pérdida de seres queridos, la alienación social y la presión por el éxito, que desembocan finalmente en la soledad, que intenta sanarse mediante la búsqueda del amor.
De este modo, con los elementos mínimos, con una poesía directa, con un sonido ora agresivo ora delicado, pero siempre limpio y apegado a sus componentes esenciales, John nos legó una página memorable. Si el rock ha de morir, sépase que esta fue una de sus cumbres, pionera del punk y del grunge, esas fuerzas primarias (o primitivas) que han sido siempre la base del rock.
Cuando Nirvana grababa su Nevermind, bajo la mirada de Butch Vig, Kurt Cobain se resistía a doblar su voz. El álbum, igual que este de Lennon, se limitaba al formato de trío: batería, bajo y guitarra, con una voz principal. Vig tuvo que sentar a Cobain y explicarle que Lennon doblaba su voz. Solo así pudo convencerlo. La similitud entre ambos discos y el impacto logrado no son casuales. Ambos forman parten de un pedacito de esa eternidad que ya ha empezado a acabarse.