Los objetos en el espejo están más cerca de lo que parecen

La percepción es un concepto acerca del cual, a pesar de la montaña de escritura académica y científica, no hablamos suficiente. Según wikipedia, el único sitio web confiable y digno de ser citado, la percepción es “la forma en la que el cerebro interpreta las sensaciones que recibe a través de los sentidos para formar una impresión inconsciente o consciente (si se le puede aplicar discernimiento) de la realidad física de su entorno. También denominado como el proceso constructivo por el que organizamos las sensaciones y captamos conjuntos o formas dotadas de sentido.12​También describe el conjunto de procesos mentales mediante el cual una persona selecciona, organiza e interpreta la información proveniente de estímulos, pensamientos y sentimientos, a partir de su experiencia previa, de manera lógica o significativa.” De esta definición, solo puedo decir con certeza que la percepción es necesaria para navegar el mundo de manera independiente; idealmente, los sentidos nos proveen con la información suficiente para sobrevivir. 

     Todos hemos escuchado sobre Descartes y su condena a los sentidos. Here’s the thing, yo no creo que nos engañen sino que su propósito es simplemente darnos insumos para experimentar el mundo. Existe consenso acerca de las imágenes que son parte del mundo: estamos de acuerdo en que el cielo es azul en la mañana de un día despejado  y que hay nubarrones en invierno o en época lluviosa; sin embargo, no hay dos personas que vean el mismo cielo, no hay forma de ver lo que otros ven y viceversa. Incluso si vemos la misma escena al mismo tiempo, veremos algo distinto del otro por el simple hecho de que no nos vemos a nosotros mismos como parte de la escena mientras que nuestro cuerpo sí forma parte de la imagen que la otra persona observa. 

     Resulta interesante pensar en cómo lo anterior se aplica también a la percepción de nosotros mismos. Los ángulos desde los cuales podemos observar nuestro cuerpo, muestran solo imágenes parciales y nada halagadoras. Now you might be thinking, Carolina, you dumb basic bitch, existen los espejos y las cámaras; indeed, they exist, pero la imagen que recibimos puede variar de un espejo a otro según la forma de este. Además, el espejo muestra una imagen invertida a la cual nos acostumbramos. Con respecto a las cámaras, me parece que cualquier explicación sobra en la era de autorretratos y filtros; variables como la iluminación, el ángulo y el tipo de lente utilizado pueden cambiar radicalmente la imagen producida. Acá también entra en juego el sesgo del fotógrafo, lucimos diferentes según la persona que tome la imagen. Esto incluye las selfies porque, aunque seamos la persona que captura la imagen, es muy probable que tratemos de lucir bien a propósito, incluso si tratáramos de producir una imagen “neutral” no podemos capturar toda nuestra corporalidad de esta manera. En la percepción propia no solo tenemos la información limitada y subjetiva de los sentidos, sino que, además, ni siquiera contamos con los medios para que los sentidos (en este caso, la vista) perciban una imagen objetiva (si es que eso existe). 

     So basically, logramos ver menos de lo que creemos. Incluso es posible agregar que, al ver nuestra propia imagen todo el tiempo (as inaccurate as this might be), se nos escapan los cambios minúsculos que ocurren día a día y año con año, evidencia irrefutable de la existencia del tiempo. La idea de una persona cuya autoimagen es más joven de cómo es percibida por los demás se encuentra, al menos, en mi top 10 de fantasías aterradoras. El envejecer es un proceso en el cual la percepción tiene un gran impacto en el individuo; no solo se lidia con un cuerpo cada vez más desgastado, sino que también con el cambio en el trato por parte de quienes perciben este cuerpo. Now, i know what you´re thinking: “girl, stop being so dramatic, it’s not like older people are treated like a pariah” ok, but hear me out. Todo está en las sutilezas que se acumulan: el trato de desconocidos, el tipo de comentario sobre nuestra apariencia (y la suya) por parte de otras personas de la misma edad, las asunciones de los más jóvenes sobre nuestras capacidades, intereses y personalidad, etc. Esto último lo menciono porque también yo soy responsable de haber asumido estas cosas con base en la apariencia de las personas mayores.

     A estas alturas, usted ya comprenderá que no me encanta la idea de envejecer (creo que a nadie, if you did, you wouldn’t have made it so far into this article, i think). De hecho, había quedado de escribir algo sobre el envejecimiento para esta plataforma, pero la verdad es que mejores mujeres que yo ya se han manifestado al respecto. Además, después de consultarlo con un par de conocidos, empecé a sentirme un poco ridícula tbh. All anguished about aging at 27, constantly feeling like life is running away from me and I don’t have enough time to find it. Imaginé lo absurda que la persona que soy le parecería a la persona que (quizás) seré a los 48 o 53 o 75. Pero, por tonto que parezca, cabe resaltar que aquí también entra en juego la percepción. Diría que tengo épocas en las que tiendo a fijarme demasiado en cada parte de mi cuerpo que puedo ver, siempre en busca de los signos de la edad; observo minuciosamente y trato de recordar si mis tetas estaban así de caídas la última vez que las vi, si mi piel está más seca o menos elástica, si mi cuerpo está, somehow perdiendo su forma y adoptando una que mis sesgos consideran más aseñorada. Soy como la versión invertida de mi fantasía terrible: una persona que se percibe más envejecida de lo que es y cuya autoimagen tampoco calza con la percepción de los otros (según me han dicho unos cuantos otros). No sé cuál versión será más cringey. 

     Últimamente, no me retuerzo tanto ante la amenaza de la edad, no estoy en una de mis épocas (supongo que vendrán otras). Esto gracias a que una persona muy sabia me recordó el hecho obvio (the sort of fact that often eludes me) de que, con el tiempo, seguiré construyendo significado y encontrando maneras de lidiar con los pesares de cada etapa, sin dejar de lado que aún cuento con tiempo para vivir dos o tres vidas distintas antes de cumplir 50 años. I’ll always be becoming and that’d be a constant in my life despite change. Aun así, en el momento que escribo estas palabras me resulta difícil pensarme en el futuro sin sentir la misma añoranza por la juventud. Verme como una mujer madura, casi invisible para los hombres, objeto de nadie, sujeto de todo. Si bien el 99.99% de la atención masculina que recibo no es bienvenida, no sabría cómo manejar la certeza de que esto ya no es una posibilidad para mí, la falta de. Todo son faltas. 

     Sé que esta discusión suena tonta, “why would you care about straight men ” (said twitter) “youre an individual, not here to embody someone else´s want” blablabla. Here’s the thing: i´m aware, very aware, almost too aware. Pero lo cierto es que, para la versión presente, esta es una preocupación que ronda de vez en cuando. La cuestión del deseo, (in the way my brain is currently wired) va de la mano con la belleza. Yo admito ser siempre un tanto superficial y una parte de mí cree que los demás son críticos tan duros como yo (but don’t you worry, i’m only cruel to myself). De nuevo, todo es percepción. Pienso que los demás me perciben como yo me percibo. Se podría discutir que el juicio viene después de la percepción, quien sabe, creo que es una pregunta para alguien más inteligente. Yo creo que si no están entrelazados, su cercanía es demasiada para clasificarlos por separado, para el momento en que acabamos de ver a alguien ya hicimos algún tipo de juicio acerca de ellos. Sobra decir que no quiero ser vista de la manera en que veo los cuerpos mayores, pero esto es inevitable, la alternativa es morir joven and thanks but no thanks. Solo espero haber encontrado pasiones y personas a las cuales aferrarme, cosas que hagan el proceso más llevadero.  

     Sin querer, acabé mencionando opiniones acerca del envejecimiento. Estoy segura de que a algunos podrían parecerles torpes, obtusas o, incluso, apresuradas (like, wait till you age to talk about it), pero, para mí, nada se mete con el tema de la auto percepción como este proceso lo hace. El cuerpo cambia, se marchita y, si tenemos la suerte de tener suficientes recursos (tanto materiales como psíquicos), nos acostumbramos a habitarlo y reconocerlo en cada etapa y no tanto en las previas. No es que veamos a un ser irreconocible en fotografías y videos, sino que empezamos a olvidar lo que era habitar ese cuerpo, la percepción que teníamos de nosotros mismos en ese momento, la manera en la que creíamos ser vistos. Hell, i’ve been there, y esto sucedió hace apenas unos siete u ocho años. En ese momento, mi objetivo principal era verme como un chiquito de nueve años and i thought i looked great, except when i painfully hated the body i had

     Recuerdo una disonancia notable entre mi percepción y la de otros, últimamente pienso mucho en cuando mi padre hablaba de mi pelo todo el tiempo. Siempre decía que estaba seco, opaco y enfermo (sobre todo enfermo). Recuerdo que para mí no era gran cosa, mi pelo estaba como siempre. Here’s the thing, ya no recuerdo mi pelo del todo, ni tampoco mi rostro, mis piernas ni ninguna de las partes a las cuales les prestaba tanta atención. No puedo saber si las palabras de mi padre venían más de la preocupación que de lo que veía o si yo estaba en un estado de miopía perpetua. Mi padre veía cosas que le preocupaban, sin duda. Quizás la preocupación acabó por infectar su percepción, aunque también yo estaba sesgada en la dirección contraria. Nunca lo sabré. Ni siquiera sé hasta qué punto esta anécdota es fabricación pura, la memoria no es de fiar. Solo sé que ahora soy otra persona, aunque no recuerde por completo a aquella que solía ser. Creo que la percepción se ve atravesada por infinidad de variables y que no hablamos suficiente sobre eso. Se ve atravesada por lo que somos. El ver y el ser, o el ser y el ver. 

      Me gustaría decir que he llegado a algún tipo de síntesis o conclusión, pero sólo topo con más aristas e interrogantes que harían este texto insoportablemente tedioso. Pero creo que, al menos, ha quedado claro que, de existir una realidad objetiva, no podemos percibirla. Lo que sí es real es la pluralidad de percepciones, los cambios infinitos. Aunque no sea única ni objetiva, la pluralidad perceptiva es el mundo que sabemos es verdadero.