Traducir, para mí, es un arte adivinatorio. Desconozco el inglés, idioma con el que trabajo, y de igual forma, no estoy familiarizado con las técnicas de traducción de los profesionales.

Traducir, para mí, es un arte adivinatorio. Desconozco el inglés, idioma con el que trabajo, y de igual forma, no estoy familiarizado con las técnicas de traducción de los profesionales.
¡YO! El pronombre personal de la primera persona convertido en interjección es hoy quizá el mayor elogio que recibe la forma imperante de imagen en la contemporaneidad: el meme.
Siempre creí que la imagen de una mujer mayor y sola, sentada a la misma hora en esa mesa con cinco sillas vacías, era de una potencia abrumadora.
«Cómo han cambiado las cosas» —le comenté al mesero al pagar. Él solo murmuró algo incomprensible, torció la boca y desaprobó con su cabeza todo lo que pasa.
Fue gracias a uno de esos encuentros fortuitos que acaecen en aquellos eventos en una ciudad antigua donde se reúnen mínimo trescientas personas y todos tienen algo que decir sobre algo.
Yo siento que mi cuerpo de hombre es mío. ¿Sienten las mujeres, en la misma medida, que su cuerpo es de ellas?
Quizá es que no estábamos listos o ignoramos todas las señales que anunciaban el inevitable declive de nuestros ídolos.
Hace tiempo no me dedicaba a leer por gusto. La escritura de artículos y proyectos ha consumido buena parte de mi experiencia pandémica. Y si he tenido la ocasión de leer algo, por lo general es una lectura ejecutiva; un skim and scan que rara vez coincide con el goce que se requiere para conversar con los textos que leemos.
Soy un hombre de hábitos fijos. Si un libro me gusta busco otros del mismo autor; con algunos novelistas y con dos o tres filósofos me pasó que agoté todo lo que ellos publicaron. Nunca había visto una película de Bergman, sabía de su nombre, claro, su fama.
Hay amores intelectuales que no me parece indigno justificar, porque parte y parcela de pensar no es solo atacar aquello que repudiamos, sino también patentizar nuestras filiaciones.
Si en algún momento nos pusiéramos a pensar en lo contenido en un grano de arena, entenderíamos finalmente que es la prueba del tiempo, del cambio y, a su vez, de la eternidad.
«If I’m always looking back, I’m never looking ahead. We are who we are because of consequences. You can’t live without consequences«. Al terminar la cuarta temporada de Rick & Morty me … Continúa leyendo Reseña: ‘Rick and Morty’ descarrila su propia estructura para asumir el reto de su cuarta temporada
El ascenso de las redes sociales como el topos par excellence de la opinión pública fue caracterizado por Umberto Eco como la invasión de los idiotas y de internet como el espacio donde es posible fiarse de cualquier historieta disparatada. Con todo, el idiotismo no es tan solo un asunto de los legos.
Creer que el problema es que a un músico le den el Nobel de Literatura es como pensar que el inconveniente del sida es hacer que nos resfriemos más seguido.
Me había propuesto hace un par de años escribir un texto para celebrar el 25 aniversario de La lista de Schindler, la obra maestra de Steven Spielberg estrenada en diciembre de 1993 acerca del horror del holocausto y la transición del alemán Oskar Schindler de colaborador nazi a un colaborador para la humanidad.
Tome en cuenta que este artículo está cargado de spoilers sobre el videojuego The Last of Us 2. Si usted quiere jugarlo y aún no lo ha hecho, pues le recomiendo que cierre esta pestaña y siga disfrutando del resto de contenidos de la revista Fígaro o bien puede seguir con sus asuntos probablemente en las redes sociales.
Bustamante, el electricista, era el único que se daba el gusto de darle largas a don Hans.
Vieras el documental que vi un día de estos en uno de esos canales de animales. Estaban hablando de la sobrepoblación mundial y de los efectos que esa mierda va a tener en el mundo en unos años.
Ella está en la proximidad, se ve de frente y se piensa en el horizonte. Percibe que la profundidad es la mayor de las alturas.
Defenderse sin haber sido previamente acusado es, de cierta forma, una confesión de culpa, sobre todo si el ejercicio de escritura semeja el acto de opinar.